Dieta GAPS que es: Intestino-Cerebro y Autismo

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Creado por Rosa Montero

La salud del intestino y su conexión con el cerebro, o intestino-cerebro, es un área de investigación en auge, y una dieta específica, la Dieta GAPS (Graves and Pullmann’s Autism Protocol), ha ganado popularidad como una posible herramienta de apoyo para personas con autismo, así como para otras condiciones neurológicas y psiquiátricas. Esta dieta, a menudo considerada restrictiva, se basa en la premisa de que un desequilibrio en la microbiota intestinal – un exceso de bacterias “malas” y una inflamación crónica – puede estar contribuyendo a la disfunción cerebral y, por lo tanto, a síntomas como problemas de comportamiento, dificultades de aprendizaje y trastornos del estado de ánimo. Muchos padres y profesionales de la salud están explorando este enfoque, buscando alternativas a los tratamientos convencionales. La creciente atención a la salud intestinal está impulsando el interés en la Dieta GAPS y sus posibles efectos.

¿Qué es la Dieta GAPS?

La Dieta GAPS es una restricción alimentaria muy específica y detallada, elaborada por el Dr. Christopher Graves y su esposa, Liz Pullmann. Su objetivo principal es “limpiar” el intestino y restablecer un equilibrio saludable en la microbiota, con el fin de mejorar la salud del cerebro y aliviar los síntomas asociados a diversas condiciones, incluyendo el autismo. La dieta se centra en alimentos crudos, enteros y sin procesar, eliminando deliberadamente ciertos grupos de alimentos que se consideran “inflamatorios” o que pueden desequilibrar el microbioma intestinal. Esto implica evitar granos, lácteos, huevos, azúcar refinada, aceites vegetales y legumbres. En cambio, la dieta se basa principalmente en cortes de carne magra y pescado de fuentes sostenibles, frutas y verduras sin pelar ni blanquear. La clave está en la máxima pureza de los alimentos y en su consumo en su estado más natural.

El Principio del Intesto-Cerebro

La teoría central detrás de la Dieta GAPS es la de la interconexión intestino-cerebro. Se cree que el intestino no es solo un órgano digestivo, sino también un órgano endocrino con un inmenso número de nervios que se conectan directamente al cerebro. Esta comunicación bidireccional significa que lo que comemos y cómo tratan nuestro intestino bacterias puede afectar significativamente la función cerebral y, viceversa, que el estado del cerebro puede influir en la salud intestinal. La dieta GAPS busca aprovechar esta conexión, reduciendo la inflamación intestinal, que se cree que contribuye a la disfunción cerebral, y promoviendo un microbioma intestinal saludable que pueda apoyar la función cognitiva y el bienestar general. La idea es que un intestino sano crea un cerebro más sano.

Alimentos Permitidos y Restricciones

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La Dieta GAPS es notablemente restrictiva, y el éxito de cualquier intento de seguirla depende de la adhesión estricta a sus principios. Los alimentos permitidos incluyen cortes de carne magra y pescado de fuentes sostenibles, frutas y verduras sin pelar ni blanquear, y algunos aceites de semillas (como el aceite de oliva extra virgen) en cantidades muy limitadas. Los alimentos que se deben evitar o minimizar incluyen todos los granos (trigo, maíz, arroz, etc.), lácteos, huevos, azúcar refinada, aceites vegetales (soja, girasol, maíz), legumbres y cualquier alimento procesado o con aditivos. Esta restricción dietética tiene como objetivo eliminar los alimentos que se consideran inflamatorios o que pueden alterar el equilibrio de la microbiota intestinal. La eliminación de estos productos está pensada para crear un ambiente intestinal más propicio para un microbioma saludable.

Evidencia Científica y Limitaciones

Aunque existe un creciente interés en la Dieta GAPS, es crucial reconocer que la evidencia científica que la respalda es, hasta ahora, limitada. Muchos de los beneficios reportados en estudios piloto suelen atribuirse a la eliminación de alimentos procesados y el aumento en la ingesta de nutrientes esenciales, más que a la dieta GAPS en sí. Muchos investigadores enfatizan que se necesita más investigación rigurosa y a gran escala para determinar si la dieta GAPS realmente tiene un impacto significativo en la salud y el bienestar. Es fundamental abordar cualquier cambio dietético con cautela, especialmente en el contexto de condiciones neurológicas y psiquiátricas, y consultar siempre con un profesional de la salud cualificado. El campo aún está en evolución y se esperan nuevos descubrimientos sobre el intestino-cerebro.

Conclusión

La Dieta GAPS representa un enfoque interesante y no convencional para abordar las condiciones como el autismo, la depresión, la ansiedad y los trastornos del sueño. Si bien la evidencia científica actual es limitada, el concepto de la interconexión intestino-cerebro y el potencial de que una restricción dietética bien implementada pueda mejorar la salud intestinal y, por extensión, la función cerebral, son razones para explorar esta dieta con cautela. Es importante recordar que la dieta GAPS no es una solución mágica y que, como con cualquier cambio dietético, debe ser individualizada y supervisada por un profesional de la salud. Al final, la Dieta GAPS representa un ejemplo de la importancia de la investigación continua y la exploración de nuevas vías para comprender y tratar las complejas enfermedades neurológicas y psiquiátricas.