¿Buscas una comida deliciosa y saludable que además pueda ayudarte a combatir la inflamación? La crema de calabacín con cebolla es la respuesta perfecta. Esta sencilla receta, utilizando ingredientes fáciles de encontrar, resulta en una comida reconfortante y llena de sabor, y lo mejor de todo es que es una crema antiinflamatoria sin receta. Prepararla es muy fácil y te sorprenderás del resultado, una textura suave y un sabor que te hará querer repetir la receta. Además, puedes adaptarla a tus necesidades, añadiendo especias que potencien sus propiedades beneficiosas. Este plato es una excelente opción para un día en el que buscas una comida nutritiva y que te ayude a sentirte mejor.
Los Ingredientes Clave para una Crema Perfecta
La base de esta receta son, por supuesto, los ingredientes. Necesitarás calabacín con cebolla, que son los protagonistas y los que le dan el sabor y la textura característicos. Pero no nos olvidamos de las patatas juliana, que aportan una cremosidad adicional. También necesitaremos caldo de verduras, porque es esencial para crear la base líquida y para potenciar los sabores. Finalmente, la estrella de la cremas, la crema ayuna o, si no tienes, queso fresco batido, que le dará esa textura velvety que tanto nos gusta. La calidad de los ingredientes marca la diferencia, así que siempre busca los mejores para obtener el mejor sabor.
El Rehogo de la Cebolla y el Ajo: Un Sabor Profundo
Uno de los secretos para una sopa de calabacín con un sabor realmente excepcional reside en el rehogo de la cebolla y el ajo. Este proceso lento y cuidadoso permite que la cebolla libere todos sus azúcares y compuestos aromáticos, desarrollar su dulzor y aportar un sabor profundo y ligeramente caramelizado a la crema de calabacín y patata. Para hacerlo, corta una cebolla mediana y dos dientes de ajo y sofríelos a fuego medio-bajo en una sartén con un poco de aceite de oliva. Es importante que no se doren demasiado, solo que se ablanden y suelten su aroma. Este paso, aunque sencillo, eleva el sabor de la crema a otro nivel. Además, si te gusta el picante, puedes añadir un poco de chile durante este rehogo.
El Sofrito de Verduras: Añadiendo Sabor y Textura

Con la cebolla y el ajo ya rehogados, es hora de introducir el calabacín. Corta el calabacín en cubos medianos y añádelo a la sartén. También puedes incorporar algunas patatas juliana a este momento, ya que la textura de las patatas ayudará a enriquecer la crema y le dará una consistencia más suave. Saltea las verduras a fuego medio durante unos minutos hasta que empiecen a ablandarse. Ahora, vierte el caldo de verduras y deja que la mezcla se cocine a fuego lento durante unos 15-20 minutos, o hasta que las verduras estén tiernas. A este punto, es cuando puedes ajustar el nivel de sal y pimienta.
Potenciando la Propiedad Antiinflamatoria
Para maximizar los beneficios antiinflamatorios de esta crema muscular antiinflamatoria, puedes añadir algunos ingredientes que potencien sus propiedades. Jengibre, curcuma o incluso un toque de chili son excelentes opciones. El jengibre tiene propiedades antiinflamatorias comprobadas, la curcuma es un potente antioxidante y el chili aporta un toque de calor y propiedades antiinflamatorias. No te excedas con las cantidades para no alterar el sabor de la crema, pero si quieres que resalte su poder antiinflamatorio, estos ingredientes son perfectos.
La Textura Perfecta: Triturando y Ajustando
Una vez cocidas las verduras, es hora de obtener la textura deseada. Utiliza un procesador de alimentos o un pasapurés para triturar la mezcla hasta obtener una crema antiinflamatoria sin receta suave y homogénea. Si prefieres una textura más fina, procesa la mezcla durante más tiempo. Si la crema está demasiado espesa, puedes añadir un poco más de caldo de verduras hasta alcanzar la consistencia deseada. Si la quisieras más cremosa, agrega un poco de crema ayuna o queso fresco batido.
Variaciones y Toppings: Un Placer Personalizado
Esta receta es una base excelente, pero no tengas miedo de experimentar. Puedes añadir otras verduras, como zanahorias, puerros o apio. Unas hebras de perejil fresco al final le darán un toque de frescor. Y para un toque final, sirve la crema de calabacín con cebolla con pan tostado, una ramita de romero fresco o incluso unas nueces picadas para darle un toque crujiente.