Calculo Gasto Energético: Factor Actividad & Fórmula

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Creado por Victoria Martinez

El calculo gasto energético es un tema fascinante y, a menudo, complejo. Entender cómo nuestro cuerpo necesita energía y cómo ese consumo varía según nuestra actividad diaria nos ayuda a gestionar mejor nuestra salud y bienestar. No se trata de una ciencia exacta, sino de una estimación, y entender los diferentes componentes que intervienen es clave para una mejor aproximación. El concepto central es que el gasto energético total no es una cifra fija, sino el resultado de una interacción constante entre nuestro metabolismo basal, la actividad física planificada y el gasto energético asociado a nuestras actividades diarias no pensadas. Este artículo explorará cómo se realiza este cálculo, desglosando los factores que influyen y las fórmulas que podemos utilizar.

El Metabolismo Basal: TMB – La Energía en Reposo

El punto de partida en el calculo gasto energético es el metabolismo basal, o TMB (Tasa Metabólica Basal). Imagina que tu cuerpo es una máquina, y para funcionar, necesita combustible. El TMB representa la cantidad mínima de energía que tu cuerpo necesita para mantener funciones vitales como respirar, mantener la temperatura corporal, hacer funcionar el corazón y la mente. Este proceso ocurre incluso cuando no estamos haciendo nada aparentemente activo. El TMB está determinado por una serie de factores, siendo los más importantes la masa muscular, la edad, el sexo y la composición corporal. Cuanto más masa muscular tengas, mayor será tu TMB, ya que la masa muscular es un tejido que quema más calorías que la grasa. Los hombres, debido a su mayor proporción de masa muscular, tienden a tener un TMB más alto que las mujeres. A medida que envejecemos, nuestro TMB tiende a disminuir debido a la pérdida natural de masa muscular y cambios en la composición corporal.

Fórmulas para Calcular el TMB: Harris-Benedict y Mifflin-St Jeor

Existen varias fórmulas para calcular el TMB, y las más conocidas son las de Harris-Benedict y Mifflin-St Jeor. La fórmula de Harris-Benedict, más antigua, es relativamente sencilla:

  • Hombres: 66.5 + (13.75 x peso en kg) + (5 x altura en cm) – (6.8 x edad en años)
  • Mujeres: 65.5 + (9.56 x peso en kg) + (1.85 x altura en cm) – (4.68 x edad en años)

Sin embargo, la fórmula de Mifflin-St Jeor es generalmente considerada más precisa porque tiene en cuenta dos factores adicionales: el porcentaje de grasa corporal y el agua corporal. Aunque aún es una estimación, ofrece resultados más fiables que la fórmula de Harris-Benedict. En esencia, calcula el TMB en calorías por kilogramo de peso corporal, lo que la hace más adaptable a diferentes tipos de cuerpo. Nótese que pesar y medir con precisión es crucial para obtener una estimación de TMB lo más precisa posible.

El Factor Actividad: Incorporando el Ejercicio Estructurado

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Una vez que hemos estimado nuestro TMB, necesitamos considerar el factor actividad o, más precisamente, el factor de actividad. Este factor reconoce que la cantidad de energía que quemamos varía significativamente dependiendo del nivel de actividad física que mantengamos. Normalmente, se utilizan categorías de actividad para determinar el factor de actividad: sedentario, ligeramente activo, moderadamente activo y muy activo. Estos factores de actividad, que varían generalmente entre 1.2 y 1.99, se multiplican al TMB para obtener una estimación del gasto energético diario. Por ejemplo, una persona moderadamente activa (que hace ejercicio de intensidad moderada 3-5 veces por semana) podría tener un factor de actividad de 1.5, mientras que un individuo sedentario tendría un factor de actividad de 1.2. La clave reside en ser lo más honesto posible al autoevaluar tu nivel de actividad.

El Factor Actividad y el Ejercicio Estructurado: Un Correlato Directo

El ejercicio estructurado (o «E») añade otro componente importante a la ecuación. Este no es simplemente un «factor de actividad» abstracto, sino un incremento directo en el consumo de energía. Realizar ejercicio estructurado, como correr, nadar o levantar pesas, utiliza energía de forma más eficiente que el simple hecho de estar en movimiento. La cantidad de energía utilizada durante el ejercicio estructurado se relaciona con la intensidad, la duración y el tipo de actividad. Por ejemplo, un entrenamiento de intervalos de alta intensidad (HIIT) quemará más calorías en una hora que una caminata a un ritmo moderado. Mediante el uso de ecuaciones y datos obtenidos de pruebas de oxígeno en sangre (VO2) o la medición de la potencia, se puede estimar el incremento preciso en el consumo de energía derivado de la realización de ejercicio estructurado, lo que proporciona una medida aún más precisa del gasto energetico total.

El Factor Actividad y el NEAT: La Incertidumbre de la Actividad Diaria

El último componente del cálculo, y quizás el más variable, es el NEAT (Non-Exercise Activity Thermogenesis). El NEAT se traduce literalmente como «termogénesis no relacionada con el ejercicio». Se refiere a todas las actividades físicas que realizamos a lo largo del día que no están planificadas como ejercicio. Esto incluye caminar, moverse en casa, hacer tareas domésticas, jugar con los niños, incluso realizarse la barba. El NEAT es altamente individual y varía enormemente de una persona a otra. Es difícil de cuantificar con precisión, ya que la cantidad de energía que quemamos realizando estas actividades es influenciada por factores como la personalidad, el entorno, el tipo de trabajo y las preferencias individuales. Si eres una persona activa y te gusta moverte, probablemente quemarás más calorías con el NEAT que una persona sedentaria.

Conclusión: Un Cálculo Dinámico

En definitiva, el calculo gasto energético es mucho más que simplemente aplicar una fórmula. Es un proceso dinámico que considera una interacción compleja de factores. Desde el TMB, pasando por el ejercicio estructurado hasta el NEAT, cada componente influye en el resultado. Es importante recordar que estas son solo estimaciones, y la variación individual es considerable. Utilizar estas fórmulas como punto de partida, combinadas con un autoevaluación consciente de tu nivel de actividad, te permitirá obtener una mejor comprensión de tus necesidades energéticas y, en consecuencia, de cómo mantener un peso saludable. Considera que, con el tiempo y con una mejor comprensión de tus propios patrones de movimiento, podrás afinar aún más tu cálculo para obtener una estimación cada vez más precisa del gasto energetico total.