La cocina española siempre ha tenido una relación especial con el mar, y pocos platos celebran esa conexión tan profundamente como el pulpo al horno con vino blanco. No se trata simplemente de cocinar un sepia, sino de transformarla en una experiencia culinaria que te transporta a las costas del norte de España, donde la simplicidad y la calidad de los ingredientes son la clave. La magia reside en la lenta cocción, la integración de sabores y la textura sorprendente: un pulpo tierno, con un exterior crujiente y una salsa rica que equilibra la salinidad con la dulzura natural de la calabaza. Preparar este plato requiere un poco de tiempo y dedicación, pero el resultado final, una auténtica joya gastronómica, merece cada minuto invertido. Es un plato que se sirve bien y hace pensar en el verano y el mar.
La Preparación del Pulpo: Un Arte Ancestral
La clave para un pulpo al horno con vino blanco perfecto comienza mucho antes de que siquiera se encienda el horno. El pulpo, por su naturaleza, es conocido por su textura firme, y el secreto para desmenuzarlo sin esfuerzo lie en una preparación adecuada. Tradicionalmente, los cocineros españoles utilizan un truco sencillo pero efectivo: sumergir el pulpo crudo en agua hirviendo con un chorro de vinagre blanco. Esta técnica no solo ayuda a ablandar las fibras musculares, también neutraliza cualquier sabor amargo que pueda tener el producto. Otros ingredientes que a menudo se añaden son laurel, cabeza de ajo y una pizca de sal. Es importante que el agua cubra completamente el pulpo; de lo contrario, la piel se secará y no se caramelizará correctamente. Algunos incluso sugieren añadir una hoja de perejil. La paciencia es vital aquí; el tiempo de cocción varía según el tamaño del pulpo, pero suele ser entre 60 y 90 minutos, comprobando la textura con un tenedor. Una vez cocido, el pulpo debe ser fácil de desmenuzar con los dedos. Es importante conservarlo bajo agua fría para detener la cocción y mantener su delicado color.
Asando la Calabaza para un Contraste Perfecto
Mientras el pulpo se está cocinando, es hora de preparar la calabaza, que añade un toque de dulzura y una textura increíblemente suave a este plato. La forma tradicional de cocinar la calabaza para este plato es asarla directamente sobre la llama de un fuego, aunque también se puede usar el horno. La clave está en que la cáscara se caramelice y se vuelva tierna y cremosa. La selección de la variedad de calabaza es importante: la butternut squash es una opción popular debido a su color naranja vibrante y su sabor dulce y suave. Además de asarla, también se puede añadir sal, pimienta negra y un ramita de romero para realzar el sabor. Algunos chefs utilizan un poco de aceite de oliva virgen extra para evitar que la calabaza se pegue a la llama, mientras que otros prefieren asarla directamente sobre la corteza de un limón o naranja para añadir un aroma cítrico. También se puede añadir un poco de caldo de verduras para añadir humedad.
La Unión de Sabores: Vino Blanco y Calabaza

El secreto de un pulpo al horno con vino blanco realmente memorable es la forma en que se combinan los tres elementos principales: el pulpo, la calabaza y el vino blanco. Cuando el pulpo está listo, es hora de desmenuzarlo y agregarlo a la calabaza asada. La calabaza, al estar ya tierna, se desmorona fácilmente, creando una base perfecta para el pulpo. El vino blanco, generalmente un Albariño o un Verdejo, se añade ahora, junto con algún romero y sal. El calor de la calabaza y el pulpo ayuda a que el vino se integre a la perfección, liberando su aroma y sabor. Esto no es sólo hacer un caldo; es una emulsión que se forma con la grasa y la humedad de la calabaza, creando una base rica y sabrosa que envuelve el pulpo. Se debe dejar que la base hierva a fuego lento para que se intensifiquen los sabores.
Presentación y Complementos
La presentación de este pulpo al horno con vino blanco es tan importante como el sabor. Se puede servir en un plato con una base de puré de calabaza o incluso en una cama de arroz blanco. Se puede decorar con unas hojas de perejil fresco, rodajas de limón y un hilo de aceite de oliva virgen extra. Los complementos, como un vino blanco seco y afrutado, son esenciales para realzar el sabor. Un Albariño gallego, un Verdejo español o incluso un Sauvignon Blanc de Nueva Zelanda son opciones excelentes. El contraste entre la sazón del pulpo, la dulzura de la calabaza, y la acidez del vino blanco crea un equilibrio perfecto que deja un recuerdo imborrable.