Que es la corteza del queso: sabor o plástico?

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Creado por Victoria Martinez

El mundo de los quesos nos ofrece una diversidad asombrosa de sabores, texturas y aromas. Desde los cremosos y suaves hasta los intensamente picantes, cada variedad tiene sus propias características que lo hacen único. Una parte integral del queso que a menudo genera dudas entre los amantes deste manjar es la corteza. ¿Es realmente comestible o se trata simplemente de una barrera protectora?

En este artículo, exploraremos en detalle qué es la corteza del queso y las diferencias claves entre las cortezas naturales y artificiales. Descubriremos qué ocurre durante el proceso de curación que da lugar a las diversas texturas y sabores que encontramos en estas cubiertas crujientes. Aprenderemos también a identificar una corteza comestible de una artificial, asegurando así una experiencia gustativa plena y segura al disfrutar de nuestro queso favorito.

Las cortezas naturales del queso

Las cortezas natualces son la joya de los quesos artesanales, resultado del proceso natural de curación y añejamiento. Estas capas externas se forman gracias a la intervención de diversas bacterias, mohos y levaduras que desarrollan sobre la superficie del queso durante su maduración.

Las condiciones ambientales, como la temperatura y la humedad, junto con las técnicas tradicionales utilizadas por los artesanos queseros, influyen en la formación y evolución de estas cortezas. Las reacciones químicas entre los componentes del queso y los microorganismos presentes en el aire dan lugar a una amplia gama de colores, texturas y sabores que caracterizan a las cortezas naturales.

Las cortezas de algunos quesos semicurados como el Gouda o la Manchego pueden ser rojas o naranja debido a la presencia de bacterias como la Propionibacterium. Estas bacterias se alimentan del lactato presente en el queso, produciendo ácido propiónico que contribuye al sabor y aroma característicos, e incluso a la coloración.

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Diversidad de sabores en las cortezas naturales

El mundo de las cortezas naturales ofrece una asombrosa variedad de sabores, desde los más suaves hasta los más intensos. Las cortezas blandas y cremosas de quesos como el Brie o Camembert pueden tener un sabor delicado y mantecoso, mientras que las cortezas duras y crujientes de quesos como el Parmesano o el Cheddar presentan un sabor más intenso y picante.

Las cortezas con moho, como las del queso Roquefort o Cabrales, poseen sabores únicos e intensos debido a la acción de los hongos Penicillium roqueforti. Este hongo produce una gama diversa de moléculas responsables del característico sabor picante y ligeramente afrutado de estos quesos. La cultura y tradición juegan un papel fundamental en el desarrollo de estas cortezas naturales.

Los artesanos queseros transmiten a través de generaciones técnicas específicas para la elaboración y maduración del queso, asegurando que cada corteza mantenga sus características únicas.

Cortezas artificiales: protección sin gusto

A diferencia de las cortezas naturales, las cortezas artificiales están confeccionadas con ingredientes sintéticos como cera, plásticos o parafinas.

Su principal función es proteger el queso de la humedad y la contaminación durante su almacenamiento y transporte. Son a menudo más impermeables y duraderas que las cortezas naturales, pero carecen del complejo sabor y aroma inherentes al proceso natural de curación.

La tecnología ha permitido alcanzar un alto grado de precisión en la elaboración de estas capas protectoras, simulando incluso el aspecto texturizado de algunas cortezas naturales. Sin embargo, es crucial recordar que las cortezas artificiales no son comestibles.

Identificación de cortezas: sabor vs plástico

Para determinar si una corteza es natural o artificial, podemos tener en cuenta varios aspectos. Las cortezas naturales suelen ser ligeramente rugosas y tienen un color variado dependiendo del tipo de queso y el proceso de maduración. Pueden presentar micro-huecos y variaciones de textura, lo que indica la acción de bacterias o mohos durante la producción.

En cambio, las cortezas artificiales tienden a ser lisas, uniformes y brillantes, con una apariencia más plástica.

Si no estás seguro del tipo de corteza, siempre es prudente corroborar la información en la etiqueta del queso o consultar con un especialista.

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Conclusión

Un festín con queso azul y vino tinto se acompaña de una pregunta sobre su corteza

La distinción entre que es la corteza del queso, natural o artificial, se basa en la riqueza de los procesos naturales involucrados.

Las cortezas naturales son un testamento a la complejidad y exquisitez de las técnicas artesanales queseras, ofreciendo una experiencia deliciosa que va más allá del simple gusto del queso. Por otro lado, las cortezas artificiales, aunque útiles para la protección y conservación, carecen del auténtico sabor y aroma que caracteriza a los quesos elaborados con métodos tradicionales.

Al comprender las diferencias entre estas dos categorías de corteza podemos disfrutar al máximo de nuestro queso favorito, saboreando cada textura y sabor que nos ofrece esta delicia culinaria universal!

Tipos de corteza: natural vs artificial

Es fundamental comprender la diferencia entre estos dos tipos de cortezas para disfrutar del queso en su plenitud. Las cortezas naturales son resultado directo del proceso artesanal de curación, donde bacterias, mohos y levaduras interactúan con el queso durante su maduración, creando sabores únicos y texturas diversas. A diferencia de las cortezas artificiales, elaboradas con materiales sintéticos como cera o plástico para proteger el queso durante su almacenamiento y transporte, las naturales son comestibles, añadiendo un elemento sensorial adicional a la experiencia del queso.

Las cortezas naturales se clasifican en función del tipo de moho presente:

  • Cortezas blanqueadas: Suelen ser suaves y delicadas, con una leve textura rugosa. Esta corteza no tiene moho visible y suele encontrarse en quesos como el Cheddar suave o el Gruyère joven.

    • Cortezas con moho superficial: Tienen un aspecto ligeramente pelado con finas manchas de color verde, azul u naranja. Estos son aromas intensos que provienen del moho presente en la superficie; ejemplos son los quesos Roquefort, Cabrales y Gorgonzola.
  • Cortezas lavadas: Presentan una corteza endurecida y rugosa con manchas de color rojizo o naranja. Este tipo de corteza se obtiene mediante el lavado regular con salmueras u otros ingredientes que favorecen la proliferación de bacterias. Los quesos Gouda, Mimolette y taleggio son ejemplos de cortes lavados.

Las cortezas naturales ofrecen una gran variedad de sabores y texturas, enriquecidas por la acción de microorganismos, técnicas artesanales y el paso del tiempo.

Las cortezas artificiales: protección versus sabor

Por otro lado, las cortezas artificiales se componen principalmente de cera o plástico para proteger el queso durante su almacenamiento y transporte.

Su objetivo es impedir la pérdida de humedad, evitar la contaminación y mantener la consistencia del queso durante un periodo prolongado. Sin embargo, esta propiedad protectora va en detrimento del sabor y aroma naturales que caracteriza a los quesos con cortezas naturales.

Estas cortezas se pueden encontrar en una gran variedad de formatos, colores y texturas, diseñadas para imitar el aspecto de las cortezas naturales.

Pero en la mayoría de los casos, la composición química no permite su consumo. Es crucial leer cuidadosamente la etiqueta del queso para identificar si tiene una corteza natural o artificial .

Cortezas naturales: sabor y moho

Las cortezas naturales, además de ser visualmente atractivas, juegan un papel fundamental en el desarrollo del sabor del queso. La interacción entre bacterias, levaduras y mohos durante la maduración crea una compleja red de sabores que se intensifican conforme avanza el proceso.

El tipo de moho presente en la corteza es fundamental para definir su perfil aromático:

  • Moho blanco: Genera aromas suaves, a veces con notas delicadas a nueces o frutas secas. Se encuentra en quesos como Brie y Camembert, donde se aprecia una textura ligeramente húmeda y cremosa.

    • Moho azul/verde: Produce sabores más intensos, con matices picantes y afrutados. Algunos ejemplos son el Roquefort, el Stilton y el Gorgonzola, caracterizados por su intenso olor y un sabor picante que llena la boca.
  • Mohos rojizos o naranjas: Se presentan en quesos lavados como el Taleggio o el Münster, donde crean sabores intensos, ligeramente picantes, con notas saladas y ahumadas.

Es importante recordar que el moho presente en las cortezas naturales no solo aporta sabor sino que también actúa como barrera protectora contra bacterias dañinas.

Este delicado equilibrio entre microorganismos beneficia al desarrollo del queso, creando una experiencia sensorial única.

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Ejemplo de quesos semicurados con corteza natural

Un queso artesanal invita a ser degustado

Algunos ejemplos deliciosos de quesos semicurados con cortezas naturales son:

  • Gouda: Un queso holandés versátil con una corteza dura y ligeramente roja debido a la acción de bacterias Propionibacterium. El sabor varía desde suave y cremoso hasta picante, dependiendo del tiempo de maduración.

  • Edam: Similar al Gouda, también holandés, con una corteza más dura y un sabor ligeramente dulce y mantecoso. Se caracteriza por su forma redonda y aspecto «pelado».

  • Manchego: Un queso español curado hecho con leche de oveja, conocido por su sabor fuerte y su textura firme. Su corteza puede ser amarilla y rugosa con tonos rojizos o naranja.

  • Provolone: Un queso italiano semiduro disponible en diferentes versiones, desde suaves hasta añejas. La corteza suele ser natural y presenta una capa amarillenta.

    Estos quesos semicurados con cortezas naturales son ideales para degustar solos con pan o incorporarlos en platos salados, como sándwiches, pizzas y ensaladas.

Ejemplo de quesos blandos con corteza de moho

  • Brie: Un queso francés cremoso y suave con una corteza blanca que alberga un delicado moho blanco. Su sabor es ligeramente dulce y mantequilla con notas florales.

    • Camembert: Similar al Brie, pero con un sabor más pronunciado y intenso. La corteza puede variar en color desde blanca hasta amarillenta mientras se madura.
  • Reblochon: Un queso francés originario de la región de Saboya caracterizado por su delicado sabor a mantequilla y nueces, ligeramente añejo y cremoso

Estos quesos blandos con corteza de moho son perfectos para acompañar vino blanco, pan fresco o frutas como fresas y uvas.

Ejemplo de quesos duros con corteza natural

Aquí hay algunos ejemplos deliciosos de quesos duros con corteza natural:

  • Parmesano Reggiano: Considerado uno de los quesos más preciados del mundo, originario de Italia. Su corteza amarillenta y rugosa esconde una pasta dura y granulosa con un sabor intensamente salado y umami.
  • Pecorino Romano:
    Un queso italiano fuerte y curado similar al parmesano pero hecho con leche de oveja.Su corteza es amarillenta y áspera, mientras que la pasta interna es firme y salada.

  • Cheddar: Un clásico queso inglés conocido por su sabor intenso y su textura dura. La corteza puede variar desde suaves hasta endurecidas y rugosas dependiendo del tiempo de maduración.

    • Comté: Un queso francés elaborado con leche cruda de vaca, con una corteza natural de color amarillo-naranja y un interior que va desde semiduro a duro. Su sabor es complejo, aromático y ligeramente dulce.

Corteza artificial: composición y peligro

Las cortezas artificiales están principalmente compuestas por cera de parafina o plástico (PVC), material seguro para consumo en recipientes como botellas. Sin embargo, al recubrir quesos, pueden presentar ciertos riesgos debido a su naturaleza no permeable.

1) Retención de humedad: Al ser impermeables, impiden la correcta evaporación de la humedad del queso durante el almacenamiento. Esto puede llevar a una textura excesivamente húmeda y favorece el desarrollo de bacterias indeseables. 2) Menor interacción con el medio ambiente: La corteza artificial impide que el queso interactúe con el ambiente, limitando la formación de sabores y aromas complejos inherentes a los quesos con cortezas naturales.

3) Posible transferencia al producto: Aunque generalmente considerada segura, una mayor duración del almacenamiento a altas temperaturas o exposición a luz solar intensa pueden causar que parte de la corteza artificial se derrite y se mezcle con el queso.

Es importante leer atentamente las etiquetas para identificar si un queso tiene una corteza natural o artificial.

Conclusión

Las cortezas naturales y artificiales brindan funcionalidades distintas al queso. Las cortezas naturales no solo protegen el queso durante la curación sino que también enriquecen su sabor y aroma a través de la interacción con microorganismos. Por otro lado, las cortezas artificiales se enfocan principalmente en preservar la humedad y la forma del queso.

Al elegir un queso, es fundamental considerar si se prefiere una experiencia con mayor complejidad sensorial a través de una corteza natural o la comodidad de una corteza artificial que conserva mejor la textura tradicional del queso.